21/8/11

Traumnovelle (o Escrito Hipóxico III)


voy a escribir de ojos cerrados ojos bien cerrados ya me harté de tu pornografía visual que tuerce mis palabras y las moldea al gusto de tu morbo la gran eme como un símbolo que cubre las grandes regiones de la hambruna las curvas que ya no existen carcomidas por programas anoréxicos que invitan a la masturbación y dejan a tu encefalograma desnudo y sin vida el cuerpo como santo y seña del fantasma que supo ser tu espíritu evaporado anhelante de trapos con los que distinguir tu individualidad adquiribles en tiendas que están en cada esquina del planeta tus sueños teledirigidos a la destrucción de todo incluso de la muerte que juega al escondite hasta que definitivamente te encuentra los ojos tapados por los sonidos de la televisión del reproductor metido en tus orejas de los pasacalles electrónicos de la música ambiental en cada café en cada bar en cada rincón de cada restaurante que acallan los gritos de desesperación de los que no saben que existe la evolución y que ni siquiera saben que existe la ley la vida virtual que mira todo que toca todo que se inmiscuye en todo y que escribe mal porque piensa que le queda mejor a la velocidad y al anonimato y porque todo vale mientras se evita el contacto real el tacto lleno de bacterias y de parásitos y quién sabe qué más y Dios me salve y me guarde la violación empedernida que se camufla en papeles documentos firmados que visten al lobo de oveja civilizada la violación igualitaria de todos y de todas y ahí sí que no importan ni raza ni sexo ni color ni religión ni opción ni diferencia congénita crónica heredada alguna y con los ojos abiertos los ojos bien abiertos y la sumisión absoluta porque la evolución se viste de civilización y cultura y sensatez mientras la mano invisible se convierte en el puño invisible que golpea letal sin que nadie pueda nunca saber de donde viene y la honestidad y la moral son mitos sobre los que en un futuro no muy lejano los andrajosos se sentarán en corro a contarse unos a otros pasándose la voz a través de las catacumbas las risas que no pueden ya disimular la desgracia de no ser nada dirigido a ningún lado las risas que no pueden ya fingir las risas a cuerda las risas a pila las risas que parecen alaridos que dejan escapar los hedores de la putrefacción termita de tus huesos voy a escribir sin los ojos no voy a escribir para tus ojos voy a enviarte un conjunto de signos a que te toquen la espalda como un aviso de la luz roja que te estás saltando quedando a la buena merced del tráfico perpendicular voy a escribir para tu memoria esa parte de tu ser que olvidaste para tu olfato perdido entre tanto concreto y metal asépticos para tus papilas gustativas sepultadas bajo tanto acidulante endulzante conservante estupidizante acongojante para tus oídos taponeados con tanto ruido con tantas falacias con tantos autoengaños con tanta atrocidad para tus intestinos constipados por comer tanta chatarra tanta lata enlatada tanto fruto de experimentación tanto anzuelo tragado tanto buzón tanto vómito ya volví a abrir los ojos todo se acabó y ahora comienza la pesadilla

6/8/11

Manifiesto de la frustración


No escribo lo real. Mis pensamientos no son una réplica de lo que deben ser. No es así, nunca lo fue. No lo será. La perturbación es constante. Y todo ese invento entonces es vano. Y sin embargo peligroso. Mortal. Hoy no hay lugar para endecasílabos, octosílabos o márgenes justificados. Con monosílabos alcanza. Total, todo es mentira.
Las culebras ya comenzaron a salir de su guarida adornada con labios y dientes. Hacen de las suyas mientras yo me desentiendo. Unas son venenosas y las otras simples placebos.
El carpintero aquel hablaba del olvido del ser, pero todo no es más que el olvido de sí mismo. Un gigante edificio laberíntico que no deja de crecer desmesuradamente y que cada vez necesita más profundos cimientos. Pero debajo no hay nada, ni un elefante, ni una tortuga, ni absolutamente nada. Tampoco hay arriba, lanzar la flecha a los cielos es una quimera y Babel la única realidad en la que todos estamos perdidos.
La imagen desfigurada me trae una y otra vez la misma visión, tal vez un recuerdo futuro. El espejo, sí, él otra vez. Ese experto en reflejar mi miseria sonriente, es una suave pieza de seda que mi mano estruja por una de sus puntas y tira tan fuerte y rápidamente como sin destreza con la vana ilusión de que detrás, sí, ese detrás, por fin muestre lo que tiene que mostrar. Capa tras capa los tules reflectantes se suceden en caída y yo voy quedándome todo ojos, viendo cómo me transformo en ¿qué? A lo sumo en una patética imagen que podría recordar al retrato que cierto joven irlandés escondiera en su altillo. Cada lámina que arrojo me acerca a algo que no puedo más que olisquear, intuir, todo lo necesario para confirmar como en cada momento vital que todo es palabra, un simple palo de madera metido en el agua que parece la realidad pero que verdaderamente está torcido de nacimiento.
Delante tengo a un viejo desesperado por morir, lo más similar al Saturno de Goya que haya alguna vez visto, pero que no devora a sus hijos, muerde sus palabras, las que dijo, las que leyó, las que oyó, y las por venir también. Todas son culpables de ser lo que soy. Sé que alguna se salvará y se convertirá en el puñal que termine el trabajo.
Mientras tanto, como gusanos se expanden, horadan su camino, comienzan a gestar los rancios aromas de su contacto con la carne fétida que atrae a las moscas. Esa es quizá la única realidad.
Las palabras se convierten en tensos ligamentos que me descuartizan en todas direcciones y dejan al descubierto lo que nunca hubo. Como ratas abandonan el barco y se atajan de la pieza flotante más cercana.
Mis dedos de uñas descascaradas y ya ni siquiera sanguinolentas pretenden arrancar una lámina más de ese espejo ora duro como metal ora fino y delicado como el lienzo que yo imaginaba era el paisaje de mi vida. Están casi a punto de dar el puntillazo final. Tocan ya el extremo. Creo escuchar un suave suspiro. Es mío. Se materializa frente a mí como si fueran puntos suspensivos. De repente, todo es negro. Otra mentira.

5/8/11

21

Tú no puedes quererme:
estás alta, ¡qué arriba!
Y para consolarme
me envías sombras, copias,
retratos, simulacros,
todos tan parecidos
como si fueses tú.
Entre figuraciones
vivo, de ti, sin ti.
Me quieren,
me acompañan. Nos vamos
por los claustros del agua,
por los hielos flotantes,
por la pampa, o a cines
minúsculos y hondos.
Siempre hablando de ti.
Me dicen:
"No somos ella, pero
¡si tú vieras qué iguales!"
Tus espectros, qué brazos
largos, qué labios duros
tienen: sí, como tú.
Por fingir que me quieres,
me abrazan y me besan.
Sus voces tiernas dicen
que tú abrazas, que tú
besas así. Yo vivo
de sombras, entre sombras
de carne tibia, bella,
con tus ojos, tu cuerpo,
tus besos, sí, con todo
lo tuyo menos tú.
Con criaturas falsas,
divinas, interpuestas
para que ese gran beso
que no podemos darnos
me lo den, se lo dé.

Pedro Salinas
La voz a ti debida
en Aventura Poética
pp. 131-132

Oda a la envidia (fragmento)

Regresé de mis viajes.
Besé a todos,
las mujeres, los hombres
y los niños.
Tuve partido, tuve patria.
Tuve estrella.
Se colgó de mi brazo
la alegría.
Entonces en la noche,
en el invierno,
en los trenes, en medio
del combate,
junto al mar o a las minas,
en el desierto o junto
a la que amaba
o acosado, buscándome
la policía,
hice sencillos versos
para todos los hombres
y para no morirme.

Pablo Neruda
Odas elementales
Losada, p. 64.