21/2/10

Navegación sin compás

Y las palabras. Y el confort. Un matrimonio por conveniencia. La cobertura de chocolate engañosa con su dulce amargura. Detrás del velo, estás vos, mirando el mundo sin ser mirada por él. Te cobijás en el calor de tu propio dolor, mientras tus manos cubren tu cuerpo y lo protegen de todo lo que sea ajeno exterior extranjero otro, mientras te tapás los oídos a los gritos de la vejación, te tapás los ojos a la vista de la profanación de las piernas que no quieren ser abiertas y cuyos labios no pueden gritar sólo sangrar el alma gota a gota, te tapás las narinas frente a los estropajos malolientes de la mierda humeante producida por el miedo tras haber recibido el único papel disponible de víctima, te tapás la cabeza bajo la caída de la inmisericordiosa lluvia de meteoritos de mensajes contradictorios donde bien y mal son tan sólo ocho letras mezcladas al azar que detrás esconden una risa cínica, te tapás la memoria para olvidar que cada día la noche es interminable y es guarida de una luna invisible que regala oscuridad a todos los malos espíritus que se disfrazan de anonimato que es la mejor forma de dar rienda suelta a la bestia sin corbata. Todo eso le pasa al mundo, que no es otra cosa que un montón de almas perdidas y cuya mayoría ni siquiera saben que son almas mientras recolectan hambre para hoy y para mañana en nuevos campos de algodón, en nuevos campos de concentración, en nuevos campos de entretenimiento, cada vez más sofisticados para que la mente no sepa distinguir el camaleón que cambia de color, cambia las cosas de lugar, cambia el orden de las palabras pero mantiene el de los significados. Descoordinación total, las palabras, los miembros, los hechos y las interpretaciones morales y amorales de los hechos desmoralizantes se mezclan cosidas a mano como una mala copia del bicho creado por el Dr. Frankenstein, con las puntadas a la vista para ofrecer un patchwork terrorífico cuya consigna es que ya no hay nuevos Prometeos, sólo hay fuego mientras pretendés nadar en un oasis decorado con palmeras de plástico y dátiles arrugados como tu futuro antes de desaparecer devastado bajo el puño del tiempo. Las aves rapaces que te atan a la roca te picotean con sus cadenas mordisqueando el hígado que no comparten con un universo hambriento de sueños plagiando la satisfacción para recrear un estado de felicidad permanente que corresponde siempre a un porcentaje que no da siquiera para conformar una minoría molesta, por eso no molesta a nadie, y menos a vos, que soñás con estereotipos, con estéreos, con tipos, con la mar en coche y sobre todo con el coche, que ya es un asesino en potencia, un desalmado que rueda por los campos devastados que es sólo otra forma de llamar a los antes mencionados, que rueda sin esquivar a nadie y procurando que la sangre salpique para los costados. La balanza cae hacia un lado, para eso están diseñadas, la única que no lo está es la que está muerta en los símbolos que reproducen ideas de oradores inventores de sueños mientras los cigarros artesanalmente trenzados que deciden qué ha de suceder y qué no engordan la franja por encima de los cinturones y produce la impotencia que deriva en el odio a todo lo que tiene vida y apagan el cigarro para tomar la metralleta camuflada detrás de todas esas vitrinas que iluminan tu paseo diario mostrando todo el universo de posibilidades para invertir en bienes que terminarán en un contenedor o en el gran almacén de la frustración que te permita definirte a vos misma desde afuera porque adentro la muerte es una artefacto explosivo que bombea bilis mientras juega al ajedrez consigo misma mientras escucha una tonadilla que todos repiten pero nadie recuerda y con la que todos ríen sin mostrar los colmillos para no delatarse. Entonces abriste los ojos, las fosas nasales, las orejas, todos tus orificios. Y sentiste que todo era verdad.

2 comentarios:

  1. Iani, cada artículo que publicás me gusta más, me llega más y más comparto, si cabe, tu visión-interpretación-análisis del estado en que nuestra "suciedad humanoide" se encuentra, y hacia dónde se dirige, si no reaccionamos a tiempo...
    ¡Loco, chapeau, mon ami!!!

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  2. Gracias José, tus comentarios siempre denuncian una lectura atenta.
    Abrazo...

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