25/9/10

La destrucción de las palabras


Hoy no quiero escribir. Quiero taladrar la hoja con formas similares a las letras para mostrarte que estoy más allá de los límites de ellas. Quiero evidenciar que cada palabra es un alarido, una manifestación de mis pasiones, de mis angustias, de mis dolores, de mi alegría, de mi inconformidad, de mi sufrimiento. Hoy las dejo andar a sus anchas, nada de caligrafía, hoy todo es a martillazos. Cuidado con el que se ponga en el camino.
A las palabras se las podrá llevar el viento, por eso no puedo simplemente confiar en un delicado trazo con el susurro que cada una suspira a medida que es dibujada. No puedo decir ni que te quiero ni cuánto. Un grito primario, otra cosa no vale. La hoja de papel atacada salvajemente como muestra, y con mis cuerdas vocales atadas a ella como ofrenda.
Las palabras traicioneras y traicionadas. Comunicando en tiempo infinito sentimientos caducos. Vilipendiadas en función de la utilidad del momento. Con cada una quiero hacer una bola de papel, transformarla en acero y arrojarla sobre la cabeza de todos esos mal hablantes que las violan, que les roban el alma y las hacen sangrar, convirtiendo amor en odio, libertad en esclavitud, memoria en amnesia.
Encarnaciones del espíritu las palabras, que muestran que Apolo y Dionisos habitan en cada uno de nosotros, pero también un cielo infernal y un infierno celestial. Y una sutil mezcla de ambos, un cóctel molotov que incendia sin ton ni son tu piel y mi piel y nos arrastra por una tierra baldía.
Una tierra de nadie como único universo posible, en la cual como no existe forma de escapar todo es una parodia, un circo de variedades donde tanto somos el mago, como el domador de leones, el lanzador de cuchillos, el payaso, los trapecistas, los enanos, y hasta los espectadores y la carpa. Todo al unísono. Un gran número sin novedad alguna por el que pagamos la entrada sin cuestionar el precio.
Voy a hacer una cadena montañosa con el abecedario, y me voy a colocar en su céntrico valle para aislarme. Voy a olvidar todo lo que existe más allá de sus picos, y voy a dejar que ellas mismas procuren mi alimento. En sus cumbres nevadas nacerá la corriente de agua que me quitará la sed. El resto vendrá o yo iré en su búsqueda.
Cada parte de mi cuerpo se va a descomponer, mientras el proceso será observado desde la eternidad de su independencia. El monstruo sobrevivirá una vez más a su creador. Así lo dice el profeta. Otro símbolo de mi insignificancia. Los acentos como hormigas formando una marabunta hambrienta, la i y la jota convirtiéndose en látigos de mi espalda flagelada, la o y la cu deviniendo en balas que entran fulminantes por mi sien. Me voy, devorado por la gramática, el monstruo más horripilante de todos.
Hoy todo es violencia, pero estoy dispuesto a presentar batalla. Me calzo los guantes y comienzo a lanzar torpes golpes que sólo evidencian la derrota asumida. Golpes que en realidad son lanzados contra mi propia sombra, pero a una distancia mal calculada y fracturando mis puños contra la pared que se quiebra a su vez dejando ver las líneas de una bufona sonrisa. Golpes que lanzo contra el espejo para destruir mi propia imagen y que tras el quiebre de los cristales laceran mis nudillos y dibujan diferentes marcas de rojo carmesí, incontables bocas sensuales que representan mis heridas. Los ríos conforman un mar rojo en el que pronto me voy a ahogar porque no sé nadar. Y no puedo decir si me estoy hundiendo o me voy empequeñeciendo, pero en todo caso desaparezco.
Me llevo mis gritos y mis locuras momentáneas, todo se va apagando lentamente como en un lento atardecer. Puede que después de todo sea cierto que lo que no te mata te hace más fuerte. A mí no me hizo más fuerte.

4 comentarios:

  1. genial!! simplemente genial!!!

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  2. Gracias, querida Laura.
    Un beso,
    Iani

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  3. Querido, ESCRIBIR A MARTILLAZOS, ¡qué maravilla!. Realmente me fascina tu prosa poética, porque es profundamente poética, tu habilidad en la lucha con las palabras, tu culto, tu sacrificio a ellas. ESCRIBIR A MARTILLAZOS, ¿es que hay otra forma posible?
    Este martilleo que acabo de leer es bello y veráz; ya no me preocupa el tema de la bondad. Gracias, y te acompaño en tu camino.

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  4. Gracias caro. Me encanta la sentencia final, la que termina en "ya no me preocupa el tema de la bondad"... Valiosas palabras todas, proviniendo de un exigente lector como usted.
    Caminemos juntos pues, que es otra forma de dialogar. Abrazo.

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